viernes, abril 17, 2009

un hombre-pez navega mis ojos,
por eso ando hecha de agua
y embarco el guiño:
agallo la mirada en su cintura,
y sus manos tensan
la orilla más remota y salada
de mi cuerpo.
un vaivén de bocas,
se visten de azul
y mar, marea.
la piel escamada ante su tacto
se tiñe roja:
oxigenar el roce
nunca antes había sido
una complicación.
Google